Exposición Virtual del Arte Abstracto Cubano

Antonio Vidal: Toda la Abstracción.

En definitiva no me interesan las tendencias como tales. Ellas, por si solas, no significan nada. Lo que me importa es la sinceridad, esa hermosa, vieja, digna y zarandeada dama, aunque esta, por sí misma, no garantice, a fin de cuentas, una obra significativa.
— Antonio Vidal,

Antonio Vidal
Fragmento de la entrevista realizada por José Cid.
La Gaceta de Cuba no. 58, julio de 1977.

Antonio Vidal (La Habana, 1928-2013) es uno de los más reconocidos pintores abstractos cubanos. Comenzó su carrera en los años del 50 del siglo XX y mantuvo su vocación abstraccionista durante cinco décadas de producción.

Inquieto creador, utilizó disímiles recursos y materiales, incluso mucho antes que sus contemporáneos. Su obra inicial muestra un artista con una sólida capacidad para la composición, aspecto que mantuvo a lo largo de toda su producción. La facilidad con que se apropiaba de los materiales y los recursos expresivos que estos le proporcionaban, muestran a un maestro en la pintura tanto al óleo como con acrílico, que puede viajar desde una paleta multicolor y expresiva hasta soluciones tonales más sobrias y contenidas. En este mismo sentido experimental, la materia fue uno de sus más importantes campos de búsquedas, asumiendo el collage y la incorporación de texturas pictóricas y materia como telas, cuerdas y papel, añadidos a sus lienzos y dibujos.

Las obras realizadas entre las décadas del 80 y el 90 del siglo XX, están concebidas en un momento de maduración y representan una síntesis de sus indagaciones pictóricas, iniciadas en la década del 50. Por una parte, parece haber puesto a descansar los recursos del collage, esto no significa que puedan aparecer piezas de los ochenta y noventa con este recurso, pero realmente el color es el protagonista de su pintura en este momento.

El uso del acrílico le permite trabajar con mucha fluidez, y el efecto del secado rápido del material, provoca el efecto de una pintura dinámica y muy expresiva, la mancha se hace cada vez más persistente y puede ofrecer combinaciones de colores muy poéticas – como en sus grandes pinturas azules- u otras más agresivas, pero siempre dejando que las zonas de color blanco establezcan las composiciones de las obras, generalmente atravesadas de pinceladas negras. El efecto matérico, más que real, es óptico, pues las superposiciones de líneas, áreas de color y formas, ofrecen la sensación de una pintura con más volumen, donde realmente la superficie carece de superposiciones pictóricas. A esta solución de insinuar volumen a partir de la propia composición pictórica, añade un grupo de elementos que forman parte de su lenguaje, símbolos que son identificativos de su obra: la estrella, las líneas cruzadas en forma de cruz o el círculo, tanto como esfera plena de color como presentado solamente en su silueta.

Otra de las novedades de los ochenta, es la incursión en la escultura. Algunos de sus compañeros profesores de la Escuela Nacional de Arte, afirman que la atracción por las piezas volumétricas puede haber sido anterior a esta década, pues siempre durante su época de profesor de pintura, cuando tenía la oportunidad, visitaba el taller de escultura y expresaba su interés por el metal y los procesos de soldadura. El producto de esta atracción se materializó en un conjunto de esculturas, localizadas temporalmente –y en su gran mayoría- en los ochenta. Son obras de mediano formato, el hierro y los fragmentos de maquinarias son los materiales privilegiados para la conformación de un discurso tridimensional que parece poner en su foco de interés la traducción de los recursos expresivos de la pintura y el dibujo, a la escultura. Plantadas sólidamente, mantienen el efecto de movimiento, en las curvaturas del hierro y la inclusión de líneas de metal que se combinan con sus conocidas figuras geométricas del triángulo y el círculo.

En 1999 recibe el Premio Nacional de Artes Plásticas, para entonces su lenguaje conformado tanto por la abstracción geométrica como por el expresionismo abstracto, el informalismo y el materismo, representaba de manera emblemática la vanguardia abstraccionista cubana.